Medusa huevo frito: así es la plaga que llega a las playas españolas
Los expertos advierten de la proliferación de esta plaga
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Con más de 8.000 kilómetros de costa, España alberga multitud de playas en su litoral, algunas de las cuales son bien conocidas por turistas de todo el mundo, como la playa de los Muertos en Almería o la playa de las Catedrales en Lugo. De la misma manera que en años anteriores, la llegada el verano y el buen tiempo trae consigo las ganas de disfrutar de unas buenas vacaciones con familia y amigos. Sin embargo, una plaga animal podría arruinar los planes de quienes veranean en las costas españolas, tal y como advierten los expertos. Se trata de la medusa huevo frito que deben su nombre a su peculiar aspecto.
Alerta por la llegada a las playas de la medusa huevo frito
El nombre científico de esta especie es Cotylorhiza tuberculata. Estos organismos suelen vivir entre dos y seis meses y pueden alcanzar un diámetro de hasta 15 centímetros. Los primeros avistamientos de estas medusas han ocurrido en la Región de Murcia. Según un informe del Servicio de Pesca y Acuicultura local, en estos días se está produciendo un notable aumento en el número de nacimientos, con millones de ejemplares en forma de éfiras y metaéfiras.
Según la información mencionada, el documento destaca la proliferación continua de estos organismos marinos, que como en la temporada anterior, está siendo «muy duradera en el tiempo». Actualmente, se está observando el pico más intenso de nacimientos de estas medusas. Sin embargo, se está vigilando de cerca los niveles bajos de zooplancton, lo cual podría resultar en la muerte de muchas de estas medusas o retrasar su crecimiento.
Para muchos bañistas, la pregunta crucial es si las picaduras de estas medusas son peligrosas. Aunque este tipo de medusa no es ampliamente conocido, no representa un riesgo significativo, ya que su nivel de toxicidad es bastante bajo. Sin embargo, las picaduras pueden ser molestas, causando ardor e irritación en la piel afectada.
Factores a considerar
Avistar medusas ocasionalmente en la costa es común, pero en los últimos años parece haber un aumento continuo de su presencia, especialmente durante los meses de verano. El cambio climático juega un papel crucial, ya que eleva la temperatura del mar durante períodos más prolongados, prolongando así el periodo de reproducción de las medusas.
Además, la disminución de depredadores naturales por la sobrepesca y la pérdida de biodiversidad contribuyen al aumento de la población de medusas. Geográficamente, los bancos o enjambres de medusas son arrastrados hacia la costa por los vientos y las corrientes marinas superficiales, afectando diversas áreas costeras.
Otro factor significativo es el impacto de las condiciones climáticas, como la sequía y la falta de lluvias, que reducen el flujo de aguas continentales al mar. Tradicionalmente, estas aguas actuaban como una barrera natural que impedía que grandes bancos de medusas llegaran a la costa hasta bien entrado el verano.
Sin embargo, debido al embalsamiento del agua y la ausencia de lluvias, las aguas costeras alcanzan temperaturas similares a las oceánicas más temprano y por más tiempo, eliminando esta barrera natural.
Aunque la presencia de medusas es generalizada a lo largo de todo el litoral español, las especies predominantes varían según la región y la temporada. Mientras que en el mar Cantábrico y la costa atlántica de Andalucía predominan las medusas oceánicas a principios de verano, en el Mediterráneo es más común encontrarlas durante los meses de julio, agosto y septiembre.
Cómo actuar ante una picadura
Las picaduras de medusa provocan una serie de síntomas característicos que incluyen dolor agudo, picor intenso, enrojecimiento e hinchazón en la zona afectada. Además, pueden aparecer habones urticariales y eritema, y en casos más severos, la piel puede ulcerarse o incluso necrosarse.
Los efectos secundarios incluyen sensaciones similares a las de una quemadura. En situaciones graves, el veneno puede distribuirse por todo el cuerpo, causando opresión en el pecho, calambres musculares e incluso dificultad para respirar. También es común experimentar angustia, agitación, pérdida de apetito, conjuntivitis y ocasionalmente dolor de cabeza. Generalmente, estos síntomas disminuyen en pocas horas después de la picadura.
En personas especialmente sensibles como ancianos o personas con enfermedades graves, los síntomas pueden ser más severos y requieren atención médica inmediata en un centro de salud.
El tratamiento inicial implica limpiar la zona afectada con suero fisiológico o agua salada, evitando el uso de agua dulce que pueda activar las células urticantes. Aplicar compresas frías durante 15 minutos también ayuda a aliviar el dolor y la inflamación. Es crucial retirar cualquier resto de tentáculo adherido con pinzas, sin tocarlo directamente. Además, se pueden administrar antihistamínicos para reducir reacciones alérgicas y analgésicos para el dolor.
Se debe evitar frotar la zona afectada con toallas o arena, ya que puede empeorar la situación. Tampoco hay que utilizar alcohol, jabones ni orina para limpiar la zona afectada por una picadura de medusa. El vinagre únicamente se recomienda en casos específicos de picaduras por determinados tipos de medusas.